ME NOMBRARON KEITMOSS



Me nombraron Keitmoss

¿Cómo es vestirse de miedo?

¿A que sabe el plástico Nike?

Hemos sido mordidas. Los perros nocturnos al verme saben que haré de ellos compañía. Seremos piel-perras-noche y la calle se nos partirá a patadas.

Mi cámara que es ojo reprogramado para documentar, registra en un plano cerrado, un ramo de flores entre las manos de un hombre. Detiene su paso y corre a dejar a través de la ventana las flores sobre el asiento de la cuca. Que es una  animala inmensa y verde.

¿Qué andai haciendo?
-Nada
¿Cómo que nada?
-Nada. Esperando nomás.
¿Esperando qué?
-Nada
¿Esa perra gorda es tuya?
-No… es de la noche
¡JA!
¿Tus documentos?
-Tengo nombre sabí… teng…

 Tus documentos cabrita. ¡Ahora!  Grita el de las flores.
-Mi nombre es Keitmoss

Ese no es tu nombre chana ordinaria. ¡Mírate!


Keitmoss Angélica Silva Aucapán
19.xx7.xx9-1
Keitmoss Angélica Silva Aucapán
19.xx7.xx9-1


Keitmoss Angélica Silva Aucapán
19.xx7.xx9-1
Keitmoss Angélica Silva Aucapán
19.xx7.xx9-1



Hacen subir a la perra conmigo. Quieren desaparecernos como a los otros y los que vienen.

Ambas tenemos la rabia y mientras no lleguemos al hospital, la rabia aumenta en la fiebre de la noche.
Gritan. ¡La perra que baje ahora! Toma la perra preñada, mientras ella se resiste en un pelar de diente. El hombre con fuerza le repercute gritos que se traban por el mordisco que da la perra gorda. Ahora veo que él también tendrá rabia. La sacan, intento ver por entre las diminutas rejas y la ventana nublada por los vahos nuestros del encierro. Existen siluetas que se mueven. El bulto grueso y oscuro es amarrado por una línea tensa, firme que denota en su extremo un cierto brillo por alguna luz artificial, dramática, es la cámara que graba operativos, marchas, desfiles. Mueve un poco en espasmos unas extremidades cortas y graciosas en función de su anatomía preñada de cuerpos y grasas. Regurgita sonidos cortados por la baba que comienza a acabar para que llegue un ritmo de arcada. Ya no deseo documentar el acto, pienso que se emitirá el sonido de los perros cuando encuentran la brutalidad de las armas, sólo oigo los ecos de su cuerpo que se resiste al grito y la rabia se contiene en su sangre. Los huesos sólo producen un crujido propio que es un silencio, derrotando el garrote. La orina mancha los uniformes del líquido sonido de la masa que cuelga.

Una materia se desgarra. Se abre y cuatro pesos, caen exactamente uno tras del otro, un cúmulo de líquidos y masas varias retumban en el suelo. Dos expresiones de asco se escuchan y luego un seguro, dando paso a un gatillo, de ahí la bala que ensordece y cruza la sombra que contenía su rabia en el cuerpo.

Risas, siguen los pasos de los hombres, abren las puertas de la cuca. Comienza a reproducir una canción conocida muy alto. Es en inglés, nací en esa banda sonora, la sé de memoria. El hombre de las flores toma su celular, marca dígitos que perfectamente puedo identificar. Cuando contestan al otro lado baja el volumen, comienza a cantar él, su compañero se acerca al micrófono… Yeah, you drive me crazy, crazy, crazy for you baby. What can i do? Honey!

Texto del poemario FACTORY, Editorial Cartonera Helecho De + Kütral451 ediciones, 2016.
Re-edición; AJÍ Ediciones, 2017.

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